BALANCE ENTRE AMENAZA-SEGURIDAD
En primer lugar, hay que tener claro que la respuesta de estrés es una REACCIÓN NATURAL del organismo para afrontar aquello que se considere peligroso o genere incertidumbre.
Nos referimos a «que se considere», ya que la respuesta estará influenciada por creencias previas, experiencias, información, costumbres…
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Por eso NO TODO EL MUNDO REACCIONA DE LA MISMA MANERA. Incluso un mismo estímulo podrá ser interpretado como estresante o no en función de esos aspectos.
¿QUÉ OCURRE?
Para generar la respuesta de estrés, ocurre una CASCADA DE REACCIONES hasta la segregación de cortisol (sustancia que actúa como anti-inflamatorio y favorece la obtención de energía):
HIPOTÁLAMOCRHACTHCORTISOL
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También se segregarán adrenalina y noradrenalina, y con todo ello el organismo está preparado para responder ante el estrés en forma de LUCHA o HUÍDA.
¿Y LUEGO QUÉ?
Si la respuesta es satisfactoria y se supera el estímulo estresante (lesión aguda), la respuesta acaba y termina la cascada hormonal.
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Sin embargo, si se cronifica la respuesta de estrés, el cortisol comienza a actuar como inflamatorio y sensibiliza los nociceptores.
DOLOR NO ES IGUAL A DAÑO.
Esto hará que se activen áreas cerebrales relacionadas con el miedo y el dolor. Se favorece el dolor persistente/crónico, en la que pierde relevancia la cantidad de daño estructural.
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Por eso, en dolores crónicos es importante prestar especial atención a factores estresantes, miedos, creencias… que puedan estar influenciando en la sensibilización y persistencia.