¿QUÉ ES?
La Espondilitis Anquilosante se caracteriza por la inflamación de los discos intervertebrales, la alteración postural y la progresiva pérdida de movilidad vertebral y pélvica.
Es una enfermedad reumática que afecta principalmente a la columna vertebral, pero también puede perjudicar otras articulaciones del cuerpo.
CAUSAS Y DIAGNÓSTICO
Su origen es idiopático, puesto que no se conocen exactamente las causas de su aparición.
El diagnóstico se basa en la detección positiva del antígeno HLA-B27 en sangre, existencia de discopatías inflamatorias, dolores de tipo reumático, sacroileitis bilateral y pérdida de la movilidad lumbo-pélvica.
Esta patología suele aparecer entre los 17 y 45 años, y tiene un mayor predominio en varones que en mujeres.
SÍNTOMAS
Los síntomas de la espondilitis anquilosante aparecen por brotes; por lo que existirán fases asintomáticas.
Cuando aparece un brote inflamatorio, comienza con la aparición de dolor reumático y rigidez lumbo-pélvica (mayor por la mañana). Este dolor, que se define por ser sordo y difuso, puede extenderse a la zona glútea de manera unilateral o bilateral.
El dolor empeora con el reposo y mejora con el ejercicio. Con la evolución de la enfermedad, los brotes pueden ir acompañados de artritis, inflamación ocular, valvulopatías cardíacas, anemia…
EVOLUCIÓN
Debido a las inflamaciones repetitivas de los discos intervertebrales, estos irán desgastándose y aparecerá una artrosis vertebral muy marcada; visible a nivel radiográfico con los característicos Picos de loro.
Este desgaste intervertebral puede llegar a la fusión vertebral; lo que provocará una importante limitación de la movilidad (esto no tiene por qué ir asociado a dolor).
Todo este desgaste vertebral irá generando una compensación postural en la cual el paciente adoptará una postura en retroversión pélvica, rectificación lumbar e hipercifosis dorsal con la cabeza adelantada.
Esta posición disminuirá aún más el movimiento costal y vertebral dorsal; lo que disminuirá la capacidad respiratoria y la ventilación.
Además, podrán aparecer consecuencias musculares (o no) como dolores de cuello y cabeza, tendinopatías del manguito rotador, dolores dorsales…
TRATAMIENTO
El tratamiento de Fisioterapia suele combinarse con tratamiento farmacológico (AINE’s).
Los objetivos del tratamiento fisioterápico serian principalmente el control del dolor y la mejora de la movilidad vertebral y costal. También se buscará mantener la capacidad funcional del paciente y evitar o frenar las desalineaciones posturales.
En casos avanzados se realizará un tratamiento diafragmático y de fisioterapia respiratoria.
Dada la naturaleza evolutiva de esta enfermedad y al tipo de dolor asociado, es fundamental la práctica de ejercicio físico adaptado para mantener una adecuada movilidad y estabilización vertebral.
De esta forma, además, compensaríamos el desequilibrio postural al que tiende la espondilitis anquilosante.
Por ello, los ejercicios de fuerza o el Método Pilates son una actividad física idónea y con alta evidencia científica para el tratamiento y mantenimiento en la espondilitis anquilosante.
REFERENCIAS
Rodríguez-López ES, Garnacho-Garnacho VE, Guodemar-Pérez J, García-Fernández P, Ruiz-López M. One Year of Pilates Training for Ankylosing Spondylitis: A Pilot Study. J Altern Complement Med. octubre de 2019;25(10):1054-61.
Fundacion Española de Reumatología. Inforeuma.
Spondylitis Association of America. SAA.